El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Las excesivas rebajas de impuestos pasadas agravan la actual crisis


José María Aznar y José Luís Rodríguez Zapatero


Las sucesivas rebajas de impuestos introducidas durante los últimos 15 años, primero por los gobiernos del PP de José María Aznar y posteriormente por los gobiernos del PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero, han mermando peligrosamente la capacidad de recaudación del Estado y de financiar los servicios públicos esenciales propios de un país europeo desarrollado.

Los gobiernos del PP y del PSOE, deslumbrados por el espejismo de la bonanza recaudatoria que aportaba la burbuja inmobiliaria, fueron aplicando sucesivas reducciones del impuesto sobre la renta y de los impuestos sobre los rendimientos del capital, arengados por la filosofía económica neoliberal dominante.

Al llegar la crisis y desaparecida la recaudación procedente de la burbuja inmobiliaria, esas rebajas han privado al Estado de unos ingresos esenciales, cuya carencia ha contribuido a disparar el déficit público y la actual secuela de acoso de los especuladores financieros a la deuda pública española.

Los ingresos perdidos por esas rebajas de impuestos han conducido al Estado y a los gobiernos autonómicos a draconianos planes de ajuste, que han golpeado despiadadamente a la sanidad y a la educación, han incrementado aún más una tasa de paro ya de dimensiones dramáticas y han agravado la crisis económica paralizando la frágil recuperación.

Esa falta de ingresos, causada por las rebajas de impuestos que beneficiaron especialmente a las personas con más recursos, se utiliza para justificar posteriormente los recortes en los servicios públicos o su privatización, con el argumento de que no se pueden costear, que agravan el déficit y que son excesivos para la economía del país

Esas rebajas de impuestos han llevado además a la situación socialmente injusta y de escasa racionalidad económica en la que los ingresos procedentes del trabajo sufren una tributación más elevada que los rendimientos del capital. Es decir, que la persona que trabaja un montón de horas al día para producir un bien o un servicio está peor tratada fiscalmente que quien se limita a disfrutar de los beneficios que le rinden sus inversiones financieras. 



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