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Sede de la Comisión Europea con la bandera de la UE |
La Unión Europea (UE) y la
eurozona están algo mejor que hace tres años, cuando estaba en duda la
supervivencia del euro y del proyecto europeo, como señalan el Gobierno español
y diferentes dirigentes europeos coincidiendo con el Día de Europa, pero siguen
muy mal.
La salida de la recesión en la
eurozona, retrasada a la segunda mitad de este año, se anuncia débil y
problemática, las tasas de desempleo europeas y españolas alcanzan niveles
récord y los líderes europeos siguen careciendo de una estrategia efectiva de
salida da la crisis que vaya más allá de las palabras grandilocuentes y los
millones ficticios de papel.
El antiguo desapego de los
ciudadanos hacia el proyecto de integración europea se está transformando en
una creciente hostilidad al responsabilizar a Europa y a las políticas
impuestas desde la Comisión Europea de sus penurias cotidianas y de la falta de
perspectivas futuras. El creciente éxito electoral de los grupos políticos
populistas, extremistas y antieuropeos lo muestra claramente.
FRACTURA NORTE-SUR
La diferente situación económica
de los países del sur y la periferia europea respecto al centro y el norte de
Europa está abriendo además una brecha cada vez más profunda entre las dos
Europas, que impide a Alemania y sus aliados percibir con objetividad la gravedad
de la situación económica real europea. Esto lleva a Alemania y a la Comisión
Europea a empeñarse en aplicar políticas que hasta ahora han agravado la
recesión y el paro.
El Banco Central Europeo (BCE),
prisionero de las rigideces impuestas por Alemania durante su concepción, no
parece dispuesto a seguir el ejemplo de la Reserva Federal de Estados Unidos
con su intervención decidida a favor del crecimiento mediante inyecciones
masivas de fondos en el sistema económico norteamericano. El resultado no
podría ser peor para Europa: mientras el producto interior bruto (PIB) de EEUU
creció el año pasado el 2,2% y crecerá este año el 1,9%, el de la eurozona
sufrió una contracción del 0,6% en el 2012 a la que le seguirá una contracción
del 0,4% en el 2013.
Tras demostrarse que las
supuestas bases empíricas de la política de austeridad a ultranza se basaban en
errores de cálculo y cifras manipuladas, la Comisión Europea ha suavizado el
rigor en la reducción del déficit público, pero sigue sin presentar un plan
efectivo de crecimiento y creación de empleo.
POBLACIÓN EMPOBRECIDA
La confianza ciega de Alemania y
la Comisión Europea de que los ajustes y las reformas conseguirán por sí solos
sacar a la eurozona de la crisis choca con la experiencia de la historia
económica. El anterior primer ministro italiano y antiguo comisario europeo,
Mario Monti, liberal y muy poco sospechoso de izquierdismo, ya ha advertido en
repetidas ocasiones que «las reformas económicas por sí solas nunca traerán
crecimiento».
Como
señalan los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Paul Krugman, la actual crisis es una
crisis de falta de demanda y consumo, que no se resolverá con ajustes
presupuestarios y reformas (políticas de oferta). Además, la enorme desigualdad
socioeconómica acumulada en las últimas décadas y el drástico empobrecimiento
de la clase media y trabajadora después de la crisis financiera del 2008 hace
todavía más difícil la salida de la crisis, porque ha hundido la capacidad de
consumo de la mayoría de la población, con excepción del reducido porcentaje de
la élite socioeconómica que se enriquece cada vez a ritmos más acelerados, como
subraya Stiglitz.