El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Improvisación y caos aéreo

Los ciudadanos europeos y los viajeros están asistiendo atónitos e indignados a un nuevo espectáculo de increíble improvisación y caos aéreo por parte de las autoridades aeroportuarias, que ha alcanzado su colofón surrealista en Bélgica, con la suspensión de vuelos desde el aeropuerto internacional de Bruselas por haberse quedado sin reservas de anticongelante para los aviones justo cuando tan solo acaba de empezar el invierno.
Mientras las autoridades nacionales y los responsables aeroportuarios parecen considerar normal que el tráfico aéreo pueda quedar paralizado en media Europa y que decenas de miles de pasajeros sean literalmente abandonados a su suerte en los aeropuertos por una serie de nevadas en la estación del año en la que es normal que nieve, ha tenido que ser la Comisión Europea la que ha traducido la indignación ciudadana en una queja política. El actual caos aéreo “es inaceptable y no debería repetirser”, ha señalado el comisario europeo de Transportes, Siim Kallas, en un comunicado oficial.
La falta de preparación de los aeropuertos europeos para hacer frente a las condiciones climatológicas normales del periodo invernal y la ausencia de planes de contigencia para hacer frente a una serie de nevadas es fruto de que se ha dejado que la lógica del beneficio a ultranza anule los principios del servicio público.
La estrategia de reducción de costes y maximización de los beneficios por parte de las compañías públicas y privadas que gestionan los aeropuertos les ha llevado a eliminar o reducir equipamientos, reservas material y personal que hubieran permitido amortiguar el impacto negativo del mal tiempo en el transporte aéreo y haber mantenido un mayor nivel de actividad.
Las pésimas condiciones laborales que práctican muchas de las empresas de servicios subcontratadas en los aeropuertos, en esa misma lógica de reducir al mínimo los costes y multiplicar al máximo los beneficios, favorecen elevadas tasas de absentismo en los momentos críticos.
Bruselas es un caso paradigmático de la pasividad de las autoridades publicas ante las reiteradas muestras de mal funcionamiento de la gestión del aeropuerto. El pasado lunes 20 de diciembre, por ejemplo, con un cielo despejado e incluso soleado durante la primera mitad de la jornada y las pistas despejadas, las compañías aéreas sufrieron enormes retrasos en los vuelos, por la falta de personal del aeropuerto.
Mientras la nieve no había impedido a los viajeros acudir al aeropuerto, numerosos empleados de las distintas compañías que aseguran los servicios de tierra habían encontrado en esa misma nieve una excelente excusa para no acudir al trabajo, lo que convirtió los operaciones de vuelo en un caos total. Las compañías aéreas tuvieron que organizar incluso equipos con su propio personal para cargar y descargar las maletas de los aviones, porque las empresas responsables de ese servicio se habían quedado sin personal.
La situación llegó al nivel de surrealismo belga por la tarde con el anuncio de los responsables del aeropuerto de Bruselas que deberían suspenderse los vuelos de despegue hasta el miércoles 22 de diciembre, porque el aeropuerto se había quedado sin el anticogenlante que se utiliza para proteger las partes móviles de los aviones. Al final hubo menos suspensiones de las previstas porque algunas compañías se procuraron el preciado líquido por su cuenta.
La pregunta que aún no han respondido los responsables del aeropuerto de Bruselas y las autoridades nacionales belgas es: ¿Cómo es posible que al inicio del invierno y tras las primeras nevadas se agoten las reservas de un producto tan esencial como los anticongelantes para los aviones? ¿Cómo es posible que las reservas sean tan limitadas?

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