El rey Alberto II de Bélgica se
queja "con amargura" desde su abdicación en julio del 2013 del
trato "ingrato" que está recibiendo del Estado al que sirvió con
devoción durante 20 años y considera insuficiente la actual asignación anual que
recibe de 923.000 euros para llegar con comodidad a final de mes.
Albert II, según los mensajes que
ha hecho llegar a la cúpula del Gobierno federal y de los principales partidos
políticos del país, estima que la ex reina Beatriz de Holanda y el ex Gran Duque
Jean de Luxemburgo han recibido una mejor trato financiero tras su abdicación,
mientras que él se ve obligado a ajustar su tren de vida. Ante la dificultad de
modificar el importe total de la asignación que fue aprobado por el Parlamento
belga, Alberto II sugirió que el Estado asumiera algunos de sus gastos, como
entre otros los gastos de mantenimiento y de calefacción de su palacio
Belvedere (residencia oficial) y del carburante de su yate Alpha.
Las demandas del anterior
monarca, sin embargo, han tropezado con un rechazo puro y duro de la coalición
gubernamental democristiana, socialista y liberal, que cada año tiene
crecientes dificultades para cuadrar el presupuesto federal y reducir el
déficit público al ritmo exigido por la Unión Europea (UE).
El primer ministro belga, el
socialista Elio Di Rupo, afirmó el 7 de noviembre en el pleno de la Cámara de
diputados que "el Gobierno no tiene la intención, ni de forma directa o
indirecta, modificar nada" de las asignaciones reales aprobadas por el
Parlamento tras la reforma que introdujo la transparencia y la obligación de
pagar impuestos a la familia real.
"El siglo XXI no es el siglo
de los privilegios" y "la monarquía debe actuar en consonancia con la
realidad y medir mejor las dificultades que viven las personas en este
país", señaló el diputado socialista Christophe Lacroix durante el debate
en el hemiciclo. Otros diputados en la oposición fueron mucho más irónicos y ácidos,
como Jean-Maria Dedecker, que evocaron la figura de un monarca empobrecido
"tapado con una manta" en su palacio para protegerse del frío y que
no puede mantener "sus mansiones en Roma, París y en la Costa Azul".
Durante su reinado, Alberto II
recibió una asignación de 11,5 millones de euros anuales para cubrir los gastos
de su función como jefe de Estado, pero desde su abdicación la asignación se ha
reducido a 923.000 euros anuales, aunque los gastos también se han recortado de
forma muy significativa.
De los 923.000 euros anuales,
174.000 euros se considera el equivalente al salario y está sometida al
impuesto sobre la renta. Los 749.000 euros restantes son destinados a gastos de
funcionamiento y personal y están sometidos a la tributación indirecta (IVA,
impuesto carburantes, tasas). No obstante, el Estado asume además el coste de
hasta 10 empleados del monarca, que no le cuestan ni un euro a Alberto II, al
margen de la seguridad policial también gratuita.
En fin, con esa asignación el
rey y la reina Paola tienen que costear el mantenimiento de sus residencias en
Bélgica, Francia e Italia, los gastos de sus vacaciones, su ropa, los
regalos…etc. El yate Alpha, aunque es propiedad privada de Alberto II, figura
matriculado como navío de la Marina belga y la tripulación está compuesta por
personal de la Marina, pero el yate ha permanecido amarrado desde la
abdicación.
Una versión más corta fue publicada en El Periódico el 9 de noviembre
del 2013
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