El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Manifestación belga sin secuelas

Manifestación en Bruselas para pedir a los partidos que lleguen a un acuerdo para formar Gobierno

A pesar de un tiempo poco clemente y frío, los ciudadanos belgas expresaron hoy por primera vez de forma decidida con una nutrida manifestación --para los cánones apáticos del país-- su indignación y hartazgo por la alarmante incapacidad demostrada por los partidos flamencos y francófonos para llegar a un acuerdo para constituir un Gobierno.

Más de 30.000 personas, según las estimaciones de la policía, participaron en la manifestación que recorrió a primera hora de la tarde de hoy 23 de enero las calles del centro de Bruselas, pero los partidos no parece que vayan a reaccionar a ese malestar ciudadano a tenor de las declaraciones de sus dirigentes.

Siete meses y diez días después de las elecciones legislativas del pasado 13 de junio, Bélgica se encuentra aún sin Gobierno y sin ninguna perspectiva de conseguir tener uno a corto plazo, o incluso a medio plazo. Después de haber batido el triste récord europeo de ser el país que lleva más tiempo sin lograr constituir su Ejecutivo, Bélgica podría superar con facilidad el récord mundial detentado hasta ahora por Irak, con 289 días sin Gobierno.

Encabezada por una gran pancarta con la palabra "Vergüenza" en inglés, la  manifestación fue organizada a partir de un llamamiento realizado por un grupo de estudiantes universitarios flamencos y francófonos de forma apolítica a través de Internet y de las redes sociales.

La protesta, que tenía como principal objetivo reclamar a los partidos flamencos y francófonos que lleguen a un acuerdo para formar un Gobierno, ha sufrido un rechazo más o menos disimulado de los principales partidos políticos del país.

En la manifestación proliferaron las banderas belgas y los símbolos tricolores del país, así como pancartas en favor de la unidad y críticas con los partidos. "¿Dividirse? No en mi nombre", también se podía leer escrito en francés o neerlandés en centenares de pancartas colgadas del cuello de los manifestantes. Las únicas pancartas con ataques directos concretos estuvieron dirigidas al líder de los independentistas flamencos de la Nueva Alianza Flamenca (NVA) y gran vencedor de las pasadas elecciones, Bart De Wever.

Las negociaciones entre los partidos de la mayoría flamenca y de la minoría francófona están bloqueadas por las divergencias a ambos lados de la frontera lingüística sobre la amplitud del reforzamiento del poder de las regiones y de la reforma de la ley de financiación regional.

Flandes, la región más poblada, más rica y más dinámica del país, reclama un sustancial incremento de competencias y una modificación radical del sistema de financiación para reducir las cuantiosas transferencias de fondos hacia la deficitaria y empobrecida comunidad francófona, con una baja recaudación fiscal, un paro muy elevado y cuantiosos subsidios sociales.
Los partidos francófonos quieren limitar el alcance de la reforma y de la financiación regional por temor a ver reducidos sustancialmente el dinero público que la comunidad francófona recibe del Estado.
Aunque los convocantes pueden estar satisfechos con el éxito de la manifestación, porque había diez veces más participantes que en la última fracasada manifestación a favor de la unidad de Bélgica del 16 de mayo del 2010, su número fue muy limitado para obligar a reaccionar a los políticos.

Por ejemplo, la manifestación silenciosa celebrada el 23 de abril del 2006 en Bruselas para condenar el homicidio pocos días antes en la Estación Central del joven Joe Van Holsbeeck para robarle su Ipod congregó a unas 80.000 personas, más del doble que ahora.

La última gran manifestación política en Bélgica, que obligó a reaccionar al Gobierno, se produjo en 1996, cuando 300.000 protestaron en el centro de Bruselas contra la desidia y la incompetencia de la administración judicial y policial del país, que permitió que el peligroso delincuente sexual reincidente Marc Dutroux  pudiera secuestrar de nuevo a seis niñas y adolescentes a lo largo de numerosos meses y acabar con la vida de cuatro de sus víctimas, un caso que nunca ha quedado esclarecido del todo y en el que las autoridades se esforzaron en evitar que se investigara si esos secuestros formaban parte de una red pederasta organizada con conexiones muy influyentes.

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