Las elecciones europeas del
próximo 25 de mayo son decisivas para los ciudadanos españoles y son tan
importantes como las elecciones nacionales. Aunque el Parlamento Europeo pueda
parecer una entidad lejana, las normas que aprueba marcan la vida cotidiana de
los ciudadanos de todos los países europeos, desde los derechos de los clientes
frente a los bancos hasta el coste por usar el teléfono móvil en el extranjero,
quién debe pagar la factura de las quiebras bancarias, las emisiones de gases
de los coches, los derechos de los internautas, el contenido de las etiquetas
de los alimentos y la regulación de los cigarrillos electrónicos, por citar
sólo unos ejemplos.
Estas elecciones además son
especiales porque son las primeras tras la reforma del Tratado de la Unión
Europea (UE) que ha ampliado enormemente los poderes de la Eurocámara y porque
permitirán que los ciudadanos juzguen con sus votos las duras políticas de
ajustes y recortes impuestas por la Comisión Europea a los diferentes países
para superar la crisis de la eurozona.
El nuevo Parlamento Europeo
contará con 751 diputados, de los cuales 54 corresponderán a España. Alemania
es el país con más escaños (96) y Estonia, Luxemburgo, Malta y Chipre son los
países con menos (6).
DEFINIR LA POLÍTICA ECONÓMICA
La primera decisión política que
deberán adoptar los eurodiputados será precisamente elegir al presidente de la
Comisión Europea para los próximos cinco años. Esta elección determinará la
orientación política y la sensibilidad social del Ejecutivo comunitario.
El candidato a presidente de la
Comisión Europea es propuesto por los líderes de la UE, pero su nombramiento
requiere la aprobación del Parlamento Europeo por una mayoría de cómo mínimo la
mitad más uno de los 751 eurodiputados. Una vez elegido, el presidente
selecciona al resto de miembros de la Comisión Europea (uno por país) y
distribuye las responsabilidades que les corresponderán a cada uno.
La Eurocámara, después de someter
a examen a cada comisario, tiene que aprobar el nombramiento de la Comisión
Europea en su conjunto. El suspenso de varios comisarios en el examen
parlamentario ha obligado en varias ocasiones a cambiar de forma precipitada
los candidatos para asegurarse la indispensable aprobación de los
eurodiputados.
La elección en el 2004 del
conservador y hasta entonces primer ministro de Portugal José
Manuel Durao Barroso al frente de
la Comisión Europea y su posterior reelección en el 2009 contribuyó a agravar
la crisis financiera iniciada en el 2008 y a que se impusiera una política de
austeridad a ultranza y recortes de la protección social como estrategia europea
de salida de la crisis. Esta política ha disparado el desempleo y la
desigualdad económica en la UE hasta récords históricos.
Barroso, que ya se había
distinguido por ser el anfitrión de la cumbre de las Azores de marzo del 2003
donde se decidió la invasión de Irak y por la pésima herencia económica que
dejó en Portugal, fue uno de los adalides de la desrregulación financiera que
propició la crisis del 2008.
Fue el Parlamento Europeo quien
impuso a la Comisión Europea la elaboración de la primera regulación para poner
coto a los abusos de las agencias de calificación de activos (rating) en la manipulación de la deuda pública ante la
negativa de Barroso y su equipo a hacerlo. La primera normativa presentada a
regañadientes fue tan floja que ha habido que mejorarla en tres reformas
sucesivas porque el Ejecutivo comunitario sigue dominado por el pensamiento
económico neoliberal.
Además, toda la legislación de
regulación financiera y bancaria que se ha aprobado desde el inicio de la
crisis ha tenido que ser endurecida de forma muy significativa por la
Eurocámara debido a los suaves y laxas que eran las propuestas legislativas
iniciales elaboradas por la Comisión Europea de Barroso.
PRINCIPALES CANDIDATOS
Los candidatos a presidir la
nueva Comisión Europea (2014-2019) por parte de los principales partidos
políticos europeos son: el exprimer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker
por el Partido Popular Europeo (PPE), el actual presidente de la Eurocámara, el
alemán Martin Schulz, por el Partido Socialista Europeo (PSE), el exprimer
ministro belga Guy Verhofstadt por el Partido Liberal Europeo (ALDE), la
eurodiputada alemana Ska Keller y el eurodiputado francés José Bové
conjuntamente por los Verdes y el diputado griego Alexis Tsipras por el Partido
de la Izquierda Europea. Juncker y Schulz son los candidatos con más
posibilidades.
El sondeo de mediados de marzo con
datos de toda la UE daba una ligera ventaja al grupo popular, que corrige la
ventaja que mantenía hasta ahora el grupo socialista.
El reparto de escaños según este
último sondeo es: populares 219 (29,16% de los votos), socialistas 204
(27,16%), liberales 61 (8,12%), izquierda 51 (6,79%), verdes 45 (5,99%),
conservadores euroescépticos 42 (5,59%), soberanistas y antieuropeístas 26
(3,46%), otras fuerzas políticas que no forman parte de los grupos
parlamentarios actuales (incluidos otros partidos conservadores y populistas y
la extrema derecha) 103 (13,71%).
Los líderes de la UE deberán
elegir por mayoría cualificada al candidato a presidir la Comisión Europea
durante la cumbre del 26 y 27 de junio en Bruselas, teniendo en cuenta el
resultado de las elecciones y que sea capaz de aglutinar el respaldo de una
coalición de grupos parlamentarios que le aseguren el voto secreto de un mínimo
de 376 eurodiputados (mayoría absoluta).
Esta crucial votación se
producirá durante la sesión plenaria de la Eurocámara en Estrasburgo del 14 al
17 de julio. En el caso de que el candidato no obtuviera esa mayoría requerida,
los líderes de los Veintiocho deberán proponer un nuevo candidato
ABSTENCIÓN
Uno de los principales problemas de las
elecciones europeas es el riesgo de baja participación debido al creciente
malestar de los ciudadanos por las políticas aplicadas por la Comisión Europea
y la UE durante la crisis y el alejamiento de las instituciones de la gente.
Esta baja participación y el
desencanto de la población podría favorecer un aumento significativo de la
representación en la Eurocámara de los partidos populistas y de la extrema
derecha. Los últimos sondeos estiman que los euroescépticos, los populistas y
la extrema derecha acumularán alrededor del 20% de los escaños y de los votos.
La posibilidad de creación de un
grupo parlamentario de extrema derecha en la nueva Eurocámara no resultará
fácil, a pesar de los buenos pronósticos electorales del Front National
francés, ya que el reglamento de la institución exige un mínimo de 25 diputados
procedentes de al menos siete países distintos.
La líder del Front National,
Marine Le Pen, ya tiene un acuerdo con el populista Partido de la Libertad
holandés (PVV) de Geert Wilders, para crear un grupo antieuropeísta y
soberanista y mantiene negociaciones con la Liga Norte italiana, el Partido de
la Libertad Austriaco (FPO), el Vlaams Belang (Interés Flamenco) belga y los
Demócratas Suecos.
Pero su propuesta ha sido
rechazada por el Partido Reino Unido Independiente (UKIP), el Partido Popular
Danés (DF) y los Verdaderos Finlandeses (PS). Por otra parte, Le Pen y Wilders
excluyen cualquier alianza con formaciones consideradas demasiado extremistas,
como la húngara Jobbik y la griega Amanecer Dorado, que les podrían ayudar a
completar la distribución geográfica mínima exigida.
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