La política oficial europea de recortes y precariedad lleva a Italia a votar a partidos euroescépticos
El Banco Mundial avisa que la desigualdad sigue creciendo en la UE pese a la recuperación económica
Las elecciones italianas del 4 de marzo son un nuevo y contundente aviso a la Unión Europea (UE) del profundo malestar de los ciudadanos a causa de la política socioeconómica oficial y la forma de hacer política por parte de los partidos gobernantes, conservadores, liberales o socialdemócratas. El voto de protesta contra los partidos tradicionales en Italia sigue la senda de los comicios celebrados a lo largo del 2017 (regionales eslovacas, República Checa, Austria, Alemania, Francia y Holanda), pero alcanza unos niveles récord y adquiere una máxima relevancia al tratarse de la tercera economía de la eurozona.
Los
partidos anti-establishment y
euroescépticos Movimiento 5 Estrellas, La Liga, Hermanos de Italia suman el
54,4% del voto. El descrédito de los partidos es ya un rasgo generalizado
en la UE: sólo el 18% de los europeos confía en ellos, según el último Eurobarómetro.
La
confianza en los partidos en España es de las más bajas (8%) y en la mayoría de
los países no llega al 20%.
El voto ha hundido
la gran coalición a la que aspiraba la Comisión Europea con los conservadores
de Forza Italia de Silvio Berlusconi y los socialdemócratas del Partido
Democrático de Matteo Renzi. Forza Italia (14,01% de los votos) quedó más de tres puntos porcentuales por detrás que La Liga (17,37%) y perdió el liderazgo de las fuerzas de la derecha, quedando relegada a segunda posición. El Partido Democrático, que había obtenido el 40,8% de los votos en las elecciones europeas del 2014, sólo consiguió el 18,72%.
La reforma de la UE, en el aire
La reforma de la UE, en el aire
El marcado euroescepticismo del voto italiano aleja
la gran reforma de la UE que promueve el presidente francés, Emmanuel Macron,
que sólo cuenta con un limitado apoyo alemán y choca con la oposición del Grupo
de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) y del Grupo del
Norte (Dinamarca, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Holanda y Suecia).
Desde el entorno de Macron se insiste en que el voto muestra la urgencia de
transformar la UE en una "Europa que proteja".
Los comicios confirman
el
declive de los socialdemócratas desde que aplican la misma política económica
que la derecha. Sólo donde se atreven a adoptar una política más social,
como en Portugal, tienen mejores expectativas electorales.
El mayoritario voto
anti-establisment en Italia, pese a
la poca concreción de los programas de esos partidos, indica el hartazgo
ciudadano de una clase política que lleva años haciendo oídos sordos a sus
quejas por la creciente desigualdad social, precariedad laboral y
empobrecimiento de la población. El retroceso social y el empeoramiento de las
expectativas socioeconómicas en Italia y en otros países de la UE es fruto de
la política oficial europea de las últimas décadas (rebajas fiscales a las
grandes empresas y las personas con más ingresos, globalización descontrolada, desregulación
económica y financiera, privatización de servicios y recorte del gasto público
y los derechos laborales). En Italia, se añaden la corrupción y las conexiones
de la clase política con el crimen organizado, algo sobre lo que la Comisión
Europea siempre ha cerrado los ojos.
Retroceso socioeconómico
Retroceso socioeconómico
Italia, Grecia,
Chipre y España son los países de la UE que han sufrido un mayor retroceso
socioeconómico durante la crisis. El
PIB per cápita italiano ha pasado de representar el 109% de la media europea en
el 2005 a caer por debajo, situándose en el 97% en el 2016. Francia,
Holanda, Bélgica, Finlandia y Eslovenia también han sufrido un retroceso en su
PIB per cápita respecto a la media de la UE, pero no tan pronunciado.
El aumento de la
desigualdad es un problema generalizado en la UE, ha advertido esta semana el
Banco Mundial. En su informe Creciendo
Unidos, destaca que el 1% más rico posee más del 20% de la riqueza en la
mayoría de países, que la
desigualdad crece desde los 90 y que la recuperación tras la crisis, lejos
reducirla, la está agravando aún más, lo que tendrá un impacto negativo en
el crecimiento económico a largo plazo.
Que la mayoría de los italianos, antes
entusiastas europeístas, hayan votado por partidos tan euroescépticos muestra
el desencanto hacia la UE. Al impacto negativo de la política socioeconómica, se
ha sumado el sentirse abandonados por sus socios ante la ola migratoria (más de
600.000 llegadas desde el 2014).
La lucha contra la
inmigración irregular es una de los pocos temas en los que existe consenso
entre los Veintisiete. Pero la
política que están diseñando sigue careciendo de una adecuada solidaridad entre
los países de la UE y no contempla un aumento sustancial de las partidas
destinadas a la integración de los inmigrantes que ya están en Europa, ni para
las partidas sociales (educación, sanidad, vivienda y protección social) para
evitar que los ciudadanos europeos tengan la impresión de competir con los
inmigrantes por unos servicios públicos degradados.
Artículo publicado en una versión más corta en El Periódico de Catalunya el 10 de marzo de 2018
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20180309/lecciones-europeas-de-los-comicios-italianos-6679682
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