El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Merkel mantiene el control pese a su falsa derrota en la cumbre


La cancillera alemana, Angela Merkel, con la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt


Los acuerdos de la cumbre europea suponen un balón de oxígeno para España e Italia, pero la flexibilización del fondo de rescate no va tan lejos como deseaba el primer ministro italiano, Mario Monti en las intervenciones en apoyo de la deuda pública de países acosados, ni tan rápido como le hubiera gustado al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en la recapitalización directa de los bancos en crisis.
         
A pesar de que Italia y España se apuntaron un tanto y de que el presidente francés, François Hollande, pudo alardear de impulsar un giro en Europa al haber logrado que la cancillera alemana, Angela Merkel, flexibilizara sus posturas, un análisis detallado de los acuerdos muestra que la derrota alemana es más aparente que real.
         
Merkel cedió en las posiciones que se habían vuelto insostenibles, especialmente después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) apoyara públicamente la recapitalización directa con fondos europeos de los bancos en apuros y pidiera un cortafuegos financiero más eficaz para la crisis de la deuda de la eurozona.
         
Pero Merkel mantuvo el poder de veto y el control esencial sobre cuándo, cómo y de qué manera se utiliza el fondo de rescate, que está financiado principalmente por los contribuyentes alemanes.

«Toda prestación tiene su contraprestación. Toda ayuda estará sometida a condiciones y control», subrayó Merkel al acabar la cumbre y el texto del acuerdo lo confirma plenamente.

Además de mantener el control sobre el uso de un fondo de rescate, Merkel logró que los demás líderes de la eurozona aceptaran sin rechistar la instauración de un sistema europeo de supervisión bancaria dirigido por el Banco Central Europeo (BCE), que era una antigua reivindicación alemana.
         
Merkel también consiguió de forma discreta que Hollande aceptara ratificar sin cambios el tratado de rigor fiscal, que establece un estricto control del déficit y los presupuestos nacionales, y que el líder socialista había criticado duramente durante la campaña electoral. Sólo le costó a Merkel el módico precio de respaldar un plan de crecimiento con una inversión sobre el papel de 120.000 millones, que no incluye dinero público fresco, y que además le garantizaba el respaldo de la oposición socialdemócrata alemana a la ratificación del tratado fiscal y del Mecanismo Europeo de Estabilidad.

         
La vaciedad del plan de crecimiento es el principal fracaso de la cumbre, ya que se limita a enumerar las habituales recetas de reformas y basa el estímulo de la inversión en créditos y fondos ya presupuestados. La debilidad del crecimiento es precisamente uno de los factores que agrava la actual crisis de la eurozona.
         
A pesar de los avances logrados en la cumbre, el retraso de España en acabar de concretar el saneamiento del sector financiero y el fracaso del Gobierno de Mariano Rajoy en controlar el déficit público pueden desatar nuevas tensiones en los mercados.

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