El presidente de Chipre, Dimitris Christofias, durante la cumbre europea de junio del 2012 |
Un Chipre en quiebra
financiera y dividido territorialmente ha asumido la gestión semestral de la Unión Europea (UE)
desde el pasado 1 de julio, lo que obstaculizará el necesario avance urgente en
numerosas medidas legislativas que son clave para hacer frente a la crisis de
desconfianza hacia la eurozona. Chipre sustituye a Dinamarca, que se ha
distinguido precisamente por la eficacia de su mandato semestral europeo. Chipre
cuenta con unos 830.000 habitantes y su economía sólo representa el 0,14% del producto
interior bruto (PIB) del conjunto de la
UE.
La falta de credibilidad
política y la debilidad económica de Chipre constituyen un grave obstáculo para
la gestión europea, según han reconocido fuentes diplomáticas. Ésta es la
primera vez que un estado que ha pedido el rescate asume la gestión de la UE, con las implicaciones que
conlleva que sea un gobierno que ha fracasado económicamente en su país quien
dirija precisamente los asuntos europeos.
El propio Gobierno chipriota
ha rebajado ya las expectativas de su gestión europea. «Los temas son muy
complicados. Vamos a ver qué es posible hacer teniendo en cuenta las
dificultades», señaló el viceministro de Asuntos Europeos, Andreas
Mavroyiannis, al presentar las prioridades chipriotas para el semestre en
Bruselas.
Chipre anunció que aspira a
impulsar las negociaciones sobre el marco presupuestario de la UE para el periodo 2014-2020,
los dos reglamentos que faltan del sistema de gobierno económico, la nueva
legislación europea para crear una unión bancaria, la creación de empleo y la
mejora de las relaciones con los países vecinos mediterráneos.
El semestre chipriota
también tensará aún más las ya conflictivas relaciones con Turquía e impedirá
en la práctica un avance en las negociaciones de adhesión de Ankara a la
UE. El Gobierno turco ha anunciado que
congelará cualquier relación con la
UE durante este semestre que tenga pasar por el gobierno
chipriota como represalia por la falta de interés de Nicosia en la reunificación
de la isla y en la integración de la comunidad turcochipriota del norte de la
isla.
Desde el primer día de su
mandato, Chipre también parece decidido a intensificar el enfrentamiento con
Ankara, ya que en la primera intervención oficial en nombre de la UE, Mavroyiannis acusó al
Gobierno turco de “instrumentalizar” la crisis siria para favorecer “su agenda
islámica” y expresó su “inquietud” por la actuación de Turquía.
La situación es
especialmente compleja porque, en paralelo a la petición de ayuda a la UE, Chipre intenta obtener un
préstamo financiero alternativo de Rusia o de China para que el Gobierno no
quede sometido a las estrictas contrapartidas europeas para la concesión de
ayuda. «Es normal que un gobierno intente buscar un préstamo alternativo para
no tener que cumplir condiciones estrictas», argumentó Mavroyiannis, en
relación a los ajustes y reformas que impondrá la UE por su ayuda.
Chipre ya recurrió el año
pasado a Rusia para obtener un préstamo de 2.500 millones de euros que ha
evitado hasta ahora la quiebra del país y de su sector bancario. Chipre necesitará
ahora una ayuda mínima de 10.000 millones para sanear su banca y evitar la
suspensión de pagos del país, según las estimaciones de los expertos. La troika
formada por la
Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo
Monetario Internacional (FMI) llegó el pasado 2 de julio a Nicosia para
analizar la situación.
Chipre constituye en la
práctica un paraíso fiscal y la punta de lanza de la penetración financiera
rusa en la UE,
tiene el impuesto de sociedades más bajo de los Veintisiete (10%) y sus bancos
históricamente se han caracterizado por ser poco estrictos sobre la procedencia
de los fondos de sus clientes.
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