El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el primer ministro italiano, Mario Monti |
Las fisuras abiertas en el
hasta hace poco monolítico eje franco-alemán han permitido al atípico primer
ministro italiano, Mario Monti, tomar la iniciativa en la dirección de los
asuntos europeos y han abierto una nueva etapa de eurozona tripolar en la
cumbre europea concluida el pasado 29 de junio.
Si la cumbre de la eurozona de
mayo supuso el fin del rodillo Merkozy, por la salida de escena del anterior
presidente francés, Nicolas Sarkozy, esta nueva cumbre ha entronizado al
respetado Monti como uno de los actores clave de la eurozona.
Monti demostró durante la
reunión haberse independizado totalmente de la antigua tutela franco-alemana,
que le había colocado en el puesto del denostado anterior primer ministro
italiano, Silvio Berlusconi, sin pasar por unas elecciones generales.
Apoyándose en la complicidad
del presidente francés, François Hollande, Monti fue el gran protagonista del
Consejo Europeo, acompañado silenciosamente en la sombra por el presidente del
Gobierno español, Mariano Rajoy.
En los envites de la cumbre,
Monti jugó a fondo y con éxito su baza de ser considerado la única personalidad
capaz de encauzar Italia por una senda de dolorosas reformas que eviten el
colapso financiero de un país cuya deuda pública representa el 23% de la deuda
total de la eurozona y cuya caída comprometería gravemente el proyecto de
integración europeo.
Para lograr el objetivo de
flexibilizar el uso de fondo de rescate para apoyar la deuda de países en apuros, Monti amenazó con dimitir y bloqueó la
aprobación del plan europeo de crecimiento, que a pesar de su carácter
testimonial constituía una pieza indispensable para la cancillera alemana,
Angela Merkel, para lograr la aprobación en el parlamento alemán del Mecanismo
Europeo de Estabilidad y para lograr que Francia ratificara el Tratado de rigor
fiscal, que el nuevo presidente francés, François Hollande, había criticado
duramente a lo largo de la campaña electoral.
Pero la misma posición
política atípica de Monti puede que limite temporalmente su influencia en los
asuntos europeos y la nueva eurozona tripolar, ya que Italia se encamina hacia
unas elecciones generales como muy tarde en la primavera del 2013 y el antiguo
comisario europeo no parece inclinado a seguir en la liza.
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