El Blog de Eliseo Oliveras sobre política internacional. Una mirada crítica y sin compromisos desde la capital de Europa sobre las claves, el funcionamiento y los entresijos de la Unión Europea (UE), de la OTAN y de sus estados miembros.

Merkel toma las riendas de la UE

La cancillera alemana, Angela Merkel, en la cumbre europea del pasado 4 de febrero en Bruselas 



La cancillera alemana, Angela Merkel, ha tomado definitivamente el timón de la Unión Europea (UE). Apoyándose en la fortaleza económica de Alemania y aprovechando la falta de liderazgo en las instituciones europeas, Merkel ha estado pilotando Europa con discreción en los últimos años con la ayuda de Francia, su tradicional aliado estratégico. La crisis de la deuda soberana de la zona euro ha reforzado el protagonismo de Merkel y ha mostrado claramente que es ella la que decide el qué, el cómo y el cuándo, en especial en materia económica, aunque las propuestas lleven la firma conjunta de Berlín y París.
Alemania representa casi el 27% de la economía del conjunto de la zona euro, es el principal contribuyente neto al presupuesto de la UE y es el país que ha logrado un mayor crecimiento tras la recesión (3,6% en el 2010). Alemania asimismo es uno de los pocos países que ha logrado reducir sustancialmente su tasa de paro, que se situó en el 6,6% en diciembre frente al 10% de media de la zona euro.
Bajo el anterior canciller, Gerhard Schröder, Alemania ya decidió abrir una nueva era, en la que se reconociera su papel de gran potencia y en la que dejara de tener que disculparse permanentemente por su pasado. Merkel ha dado un paso más y ha establecido el papel determinante de Alemania en Europa.
Cuando el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, daba por muerta la reforma institucional de la UE tras el fracaso del proyecto de Constitución Europea, Merkel impulsó y logró un nuevo tratado (el Tratado de Lisboa) que rescatara el 90% de la fallida Constitución Europea. Fue también Merkel quien en el 2007 consiguió que los líderes de la UE asumieran la ambiciosa estrategia europea para luchar contra el cambio climático.
Ahora, el nuevo gobierno económico que se está acabando de diseñar en la zona euro lleva su impronta y tiene una inspiración claramente alemana: control reforzado del déficit y la deuda pública, endurecimiento de las sanciones y supervisión previa de los borradores de presupuestos nacionales.
Sus titubeos al estallar la crisis financiera de Grecia a principios del 2010, que retrasaron la creación del fondo de rescate y agravaron el problema, también demostraron que era Merkel quién marcaba el ritmo de las decisiones europeas y quién fijaba las condiciones, aunque el presidente del Eurogrupo, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, o el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tuvieran otras opiniones.
El pacto de competitividad, que introducirá una estrecha coordinación en la política laboral, social y tributaria de los países de la zona euro, es un nuevo ejemplo. La iniciativa, concebida por Berlín, fue presentada públicamente por Merkel y Sarkozy, justo antes de empezar el debate sobre el tema en la cumbre europea del pasado 4 de febrero, lo que muestra la determinación alemana de hacer prevalecer sus planes pese a la oposición anunciada a los mismos.

Las críticas de los líderes europeos al diktat alemán en la cumbre, no frenaron el pacto de competitividad, sino la discusión del contenido del mismo ha comenzado ya imparable, con Francia a remolque de las iniciativas alemanas para no perder peso e influencia política en el seno de la UE.
Ante la lentitud y farragosidad de los procedimientos comunitarios, Merkel propone avanzar en la convergencia económica de la zona euro a través de acuerdos intergubernamentales. Esto supone también un cambio cualitativo, que fortalece el poder de Berlín y el eje franco-alemán y debilita políticamente a la Comisión Europea.
Además, la influencia de Merkel no se limita a la esfera económica, sino que también aparece con más fuerza en el ámbito diplomático, aprovechando la escasa talla internacional mostrada hasta ahora por el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, y por la ministra europea de Asuntos Exteriores, Catherine Ashton. Por ejemplo, el nuevo primer ministro tunecino, Mohamed Ghammouchi, llamó precisamente a Merkel el pasado jueves para anunciarle un conferencia internacional en Cartago sobre las reformas políticas y económicas del país y pedirle el apoyo de la UE. 

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